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lunes, 1 de agosto de 2011

La humanidad de Chávez ante la muerte


29/07/2011
María Camila Morales
Solamente las personas que han sido diagnosticadas con cáncer pueden decir lo que se siente ante semejante realidad. Temor, ira, incomprensión, desconsuelo, dolor, angustia, la lista pareciera no tener fin.
Seguramente el presidente Hugo Chávez no fue la excepción cuando le descubrieron el tumor que según le dijo a sus compatriotas: “tenía casi las dimensiones de una pelota de béisbol”.
Enfrentarse a la muerte, no deja de producir cambios en los seres humanos y los hace pensar que es el momento de replantearse sus vidas. El líder venezolano de forma sorpresiva el pasado 23 de julio, pidió a los poderes públicos pertinentes, liberar “a los que algunos llaman presos políticos” y que sufren “alguna dolencia grave”.
Una solicitud que hace años están presentando los familiares de los prisioneros enfermos y la Fundación para el Debido Proceso en Venezuela. Sin entrar en el debate acerca de la legalidad o no de sus detenciones y de los delitos que recaen sobre ellos, lo que le exigen a Chávez y a su gobierno es el derecho a la salud que tienen todos los encarcelados.
Después del mensaje (orden) del convaleciente presidente habría 54 procesados que se beneficiarían del “corazón humanitario” del mandatario. Dos de ellos ya han sido liberados. Se trata de Alejandro Peña Esclusa, acusado de conspiración y quien sufre cáncer de próstata. El ex comisario de la Policía Metropolitana Lázaro Forero, sentenciado a 30 años de cárcel (por las muertes del Golpe de Estado del 2002) también fue cobijado por su condición de grave/terminal.
Sin embargo, más casos siguen pendientes y generan polémica en cuanto al nivel de gravedad de las enfermedades. Uno de ellos es el agente Erasmo Bolívar (implicado en el golpe del 11 abril del 2002) quien podría quedar ciego si no recibe atención médica especial pero la justicia estima que no merece clemencia.
Sin duda el caso más complicado es el de la jueza María Lourdes Afiuni. Detenida en el 2009, por haber dejado en libertad a Eligio Cedeño, (un banquero corrupto y contrarevolucionario según el gobierno de Chávez) no ha podido practicarse una mamografía de seno para descartar un cáncer. Su causa ha sido defendida por interlocutores internacionales y la presión de ellos logró que en febrero recibiera casa por cárcel. Pero como indica La Voz de América, su abogado José Amalio Graterol teme que próximamente tenga que volver a la prisión. El juez encargado, les acaba de negar una medida cautelar y pone en duda los informes médicos.
Una decisión que va en contra del ambiente “humanitario” que Chávez está dándole a su aparato de justicia y que tiene muy descontento a uno de sus amigos y aliado. Se trata de Noam Chomsky, intelectual de izquierda estadounidense y fuente de inspiración, quien ha escrito una carta abierta en la que pide la liberación inmediata de la jueza.
Si Chávez ya no quiere pronunciar la palabra muerte sino hablar de vida podría decir ahora: ¡patria socialista y esperanza para todos!

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