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miércoles, 24 de agosto de 2011

Los privilegios de los inmigrantes cubanos en peligro


23/08/2011
María Camila Morales
No son buenos vientos los que soplan en la actualidad en Estados Unidos para hablar de inmigración. Los debates de los aspirantes republicanos a la candidatura oficial a la presidencia, no son alentadores en la materia. Por el contrario, más control, más vigilancia y más muros en la frontera con México parece ser el mantra de todos.
Ninguno habla de reforma migratoria y el presidente Obama ha olvidado el tema de los 11 millones de indocumentados que necesitan una solución a su estatus.
Por eso no es el momento de llevar al Congreso (mayoría republicana y un Tea Party en la cresta de la ola) la reforma de la Ley de Ajuste Cubano.
Esta ley, desde noviembre de 1966, ha permitido a los refugiados cubanos acelerar su proceso migratorio. Una solución ante la realidad de la huida masiva de sus habitantes hacia la libertad. Los políticos estadounidenses quisieron así ayudar a los cubanos para que vivieran legalmente en Estados Unidos. La residencia la obtienen al año y un día de haber ingresado a territorio norteamericano. Para la nacionalidad tienen que esperar cinco años.
Pero durante ese lapso de tiempo pueden volver a visitar Cuba sin perder la residencia. Un privilegio con el que no cuentan los demás refugiados y asilados en Estados Unidos. Según el diario El Nuevo Herald 300.000 cubanoamericanos viajaron la isla en el 2010.
A los salvadoreños, por ejemplo, les explican en los aeropuertos que si se acogieron a los programas humanitarios por correr algún tipo de riesgo en su país, no pueden volver hasta que la amenaza haya desaparecido y/o tengan un pasaporte norteamericano. Lo que supone una paciencia casi infinita antes de poder visitar de nuevo a sus familiares.
Para el diputado republicano David Rivera, de origen cubano, la Ley de Ajuste da oxígeno al régimen de los hermanos Castro. La posibilidad de regresar a la isla para ver a sus parientes es perjudicial a la causa. Los cubanoamericanos llevan en sus maletas mercancías que alimentan un mercado paralelo. Para los radicales del exilio cubano la lucha desde Miami debe ser cero tolerancia hasta asfixiar al régimen de Fidel Castro.
En septiembre volverán los diputados a Washington y Rivera llevará su propuesta. Su compañero congresista, Mario Díaz Balart, quiere además que la apertura decidida por Obama para permitir los intercambios académicos, estudiantiles y religiosos del programa “Pueblo a Pueblo” a Cuba sea anulada.
De reformarse la Ley de Ajuste Cubano, sería otro golpe para los demócratas quienes en materia de inmigración tratan de poner parches y no implementan políticas coherentes.
Si bien la administración de Obama ha suspendido las deportaciones de indocumentados que no han cometido “delitos violentos”; no ha podido detener la avanzada republicana, según la cual, los emigrantes económicos ya no son bienvenidos en el país.
Rivera insiste que si los llamados refugiados vuelven a Cuba no es porque temen por sus vidas sino que se “fueron” a Estados Unidos por razones económicas.
Permeabilidad de la Ley de Ajuste que, en momentos de intransigencia de la bancada republicana, le podría costar muy caro a los cubanos: ingresar a la lista de latinoamericanos a la espera de regularización.

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