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martes, 2 de agosto de 2011

El Tea Party y América Latina


01/08/2011
María Camila Morales
Si el Tea Party era relativamente desconocido fuera de Estados Unidos, hoy no queda duda que ha marcado su entrada en la historia con el debate sobre “el techo de la deuda”.
Todos los congresistas ultraconservadores demostraron que pueden poner en jaque la economía “más importante del mundo” sin preocuparse por sus posibles devastadoras consecuencias económicas.
Los senadores y congresistas del Tea Party llegaron a Washington por primera vez con las elecciones legislativas pasadas. Un grupo de aprendices que fueron en su momento el oxígeno que necesitaban los republicanos. Los inexperimentados políticos cambiaron la mayoría en la Cámara de Representantes y marcaron la primera derrota electoral de Obama.
Pero si los Republicanos moderados pensaban que el Tea Party sería fácil de contentar, hoy están pagando sus errores. Tomando como inspiración la revuelta de los colonos de 1773 contra la corona británica, el Tea Party tiene una visión casi divina por limitar el rol del gobierno, cortar gastos y evitar nuevos impuestos.
Su determinación parece inquebrantable y buscan disminuir el gasto público en todo aquello que no consideran prioritario. Así que su apoyo al billonario recorte que vendrá en salud, educación y cultura (entre otros) no los perturba. Según ellos, el gobierno no puede obligar a los estadounidenses a gastar sus impuestos en temas que no consideran necesarios.
América Latina por supuesto no aparece en su radar. Y financiar con millones de “sus” dólares programas de cooperación, capacitación, comercio y defensa no se justifica. Por el contrario, Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua , Venezuela y la OEA fueron un objetivo de su propuesta de recorte presupuestal. Son anti-americanos y no merecen nuestro dinero, explicó el congresista Connie Mack.
Sin embargo, nuestra región les interesa cuando se habla de terrorismo. De forma sorprendente adquirimos otra dimensión en su periódico Tea Party Tribune. “El Hezbollá” es una obsesión que merece toda la atención y que según los ultraconservadores, está instalado en “Centro y Sur América gracias a Venezuela”. Insisten en que los terroristas iraníes son “una fuente de empleo importante” en Latinoamérica. ¿Cómo lo quieren combatir? Eso sigue siendo un interrogante
En cuanto a la inmigración, es sin duda un persistente dolor de cabeza para sus líderes quienes quisieran poner más muros y candados en las fronteras. El senador cubano-americano Marco Rubio es el mejor ejemplo de la intolerancia hacia los ilegales. Se ha unido a la iniciativa E-Verify que obligará a las empresas a verificar el estatus legal de sus empleados. Tal vez, como lo explica la sección latina del Tea Party (The Latino American Tea Party), Rubio defiende así “el estilo de vida americano” como fue concebido por “nuestros padres fundadores”.
Pero Rubio no es el único político hijo de inmigrantes que se une a las teorías del Tea Party. La nueva gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley acaba de firmar (para su Estado) una ley anti-inmigración a pesar que sus padres llegaron del Punjab a instalarse en Estados Unidos.

De los candidatos presidenciales republicanos, quien se destaca hasta el momento en encuestas es la estrella del Tea Party, Michele Bachmann. La representante de Minnesota declaró “soy una estudiante de política internacional” como reveló el blog Politico antes de visitar Colombia y México como parte del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. Una alumna que tiene conceptos claros: “no todas las culturas son iguales”. Para América Latina, el Tea Party no puede traer muchos mensajes de esperanza.

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