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martes, 30 de agosto de 2011

Brasil podría pagar caro su falta de apoyo a los rebeldes libios


29/08/2011
María Camila Morales
Aunque el líder libio Muamar Gadafi todavía no ha sido arrestado, ya se puede decir que Libia es un nuevo país. Lo que no ha cambiado es que sigue siendo rico en petróleo.
Antes de los bombardeos de la OTAN y los sangrientos enfrentamientos con los rebeldes, Libia producía 1.6 millones de barriles de petróleo diarios. Una industria millonaria apetecida por muchos pero repartida entre muy pocos. El ex coronel y su familia se quedaban con una buena parte de sus beneficios y firmaban los jugosos contratos con empresas de países permisivos con el régimen de Gadafi.
La principal tajada del negocio fue obsequiada a los italianos de la petrolera ENI (presentes desde 1959). Franceses, chinos, brasileños y británicos entre otros, se repartían la cambiante generosidad del líder libio en cuanto a contratos de explotación de petróleo y gas libio.
Pero hoy, sin Gadafi en el poder, dichos contratos podrían cambiar para responder a una nueva política del Consejo Nacional de Transición. Una decisión que tiene que tomarse muy rápido ya que de los ingresos de las exportaciones petroleras depende el éxito del levantamiento popular contra el dictador.
Según la consultora Raymond James, en nueve meses Libia podría volver a restablecer su cadena de producción. Ahora en manos de los rebeldes, la empresa nacional Agoco tiene que definir su estrategia de venta y exploración. Nuevos negocios que podrían firmarse solamente con empresas de aquellos gobiernos que los apoyaron contra Gadafi.
En muy mala posición se encontraría Brasil. Las compañías afectadas serían Petrobras al igual que las constructoras Odebrecht (aeropuerto Trípoli) Andrade Gutiérrez (carreteras) y Queiroz Galvao.
Los rebeldes no han ocultado su profundo descontento con las cancillerías de Brasil, China y Rusia que emitieron dudas acerca del legítimo derecho del pueblo libio a deshacerse del dictador.
Pese a que desde Brasilia insisten en que son amigos del pueblo libio, hasta el momento no han recibido la invitación de Francia para la conferencia sobre la reconstrucción que debe llevarse a cabo en Paris bajo el liderazgo de Nicolas Sarkozy.
Por el contrario, el Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Antonio Patriota, tiene reparos acerca de la utilidad de dicha reunión recordando que “nuestra posición es que ningún grupo puede atribuirse prerrogativas de adoptar decisiones que solo el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas puede adoptar.”
Mensaje que ha retomado su homólogo chino, Yang Jiechi, el cual piensa que lo primordial es que “la paz y la estabilidad deben restaurarse lo antes posible para así iniciar un proceso político libre.” Palabras sorprendentes viniendo de los chinos quienes añaden que esperan que “Brasil sea el principal aliado de China para la reconstrucción de Libia.”
Por el momento, los únicos que han ganado son los italianos de la petrolera ENI. Enviaron a su presidente, Paolo Scaroni, a Libia a firmar el primer contrato con el Consejo Nacional de Transición.
Hasta último minuto, Dilma Rousseff expresó su desacuerdo con la “intervención externa” en la guerra civil libia. Nada sorprendente en los principios que rigen a Itamarati pero no del agrado de los rebeldes. Hoy desde Bengazi parecen recordarle al mundo que “primer llegado primer servido” así que Brasil podría perder su momento en la nueva Libia.

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