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lunes, 29 de agosto de 2011

Narcoterrorismo México

26/08/2011
María Camila Morales
“Dominación por el terror” así define el diccionario de la Real Academia Española la palabra terrorismo. Y si con esa explicación no es suficiente reconocer que México sufre narcoterrorismo, existe un segundo significado más convincente: “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”.
La masacre del casino Royale de Monterrey dejó un saldo superior a 50 muertos y, como mostraron los videos de vigilancia, fue ejecutada sin escrúpulos. Muertes que se suman a las 40 mil que, según la prensa local, ha dejado la violencia del narcotráfico en el país desde hace cinco años.
Narcoterrorismo es la realidad que enfrenta la sociedad mexicana y que se había demorado en admitir su gobierno. Hasta el año pasado, señala el diario Avanzada, el presidente Felipe Calderón no se pronunciaba sobre el tema. Seguramente había visto los informes del Departamento de Estado en los que se podía leer: “en México no hay evidencias de lazos entre crimen organizado y grupos terroristas internacionales o nacionales.” La violencia del narcotráfico no buscaría entonces la desestabilización política del Estado.
Tal vez no haya ideología detrás de los asesinatos, bombas y secuestros como esperaban los estadounidenses, pero existe la voluntad de aterrorizar y matar con premeditación. Como señala Mauricio Meschoulam en el diario El Universal, terrorismo es el simple uso de la violencia como herramienta para propagar el miedo colectivo. Se trata entonces de la utilización de tácticas terroristas al servicio de los carteles de la droga.
Una mezcla que no puede generar sino barbarie. La historia de Colombia es un ejemplo. Los sangrientos años noventa fueron aquellos de las vendettas entre los carteles de la droga (Cali-Medellín), los asesinatos de políticos y periodistas y los atentados contra la sociedad civil (explosión avión de Avianca).
Una época donde reinaba “una sensación de impotencia generalizada” como ahora lo están experimentando los mexicanos.
Los dos mandatos del presidente Alvaro Uribe para un gran número de colombianos fueron los años de la mano dura y de la seguridad ciudadana que habrían devuelto al Estado su legitimidad, su capacidad de reacción y de combate.
Los frentes fueron varios para fortalecer a Colombia. La lucha contra la impunidad, la purga de la Policía y las fuerzas militares y el respaldo al poder judicial. La ayuda norteamericana tampoco puede ser negada como parte de la estrategia para salvar la estabilidad nacional. Sin duda no fue ni es una fórmula mágica para vencer al narcoterrorismo, pero su capacidad nociva fue disminuida.
Pensar que el narcotráfico es un fenómeno aislado que no afecta a toda la sociedad mexicana es un error. Como lo fue en Colombia. La permisibilidad es sin duda el mejor aliado del crimen organizado, el cual no duda en tomar a la sociedad civil como blanco de sus ataques a la hora de las venganzas.
Un país atemorizado y un gobierno debilitado son terreno propicio para el fortalecimiento del narcotráfico en México. Para el presidente Felipe Calderón deben ser elementos suficientes para cambiar su estrategia, agilizar las reformas y asumir responsabilidades.

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