Violencia contra la mujer

09/08/2011

María Camila Morales

Debemos esperar que un hombre famoso agreda a una mujer para que en América Latina la violencia de género acapare titulares.

El fin de semana pasado, el director técnico de la selección colombiana de fútbol, Hernán Darío Gómez, tuvo “un comportamiento impropio” con una dama cuando se encontraba en un alto grado de alicoramiento.

Para aquellos que no entendieron sus explicaciones, “El Bolillo” borracho, le pegó a una mujer que lo acompañaba en un bar de Bogotá.

Pese a que hasta el momento no hay una denuncia por parte de la víctima, lo que sucedió fue un nuevo episodio de violencia de género. En Colombia al año se registran más de 49 mil casos de violencia contra la mujeres según las autoridades.

En toda la región las cifras aumentan cada día. Van desde la llamada “violencia doméstica” hasta el femicidio. México y Guatemala encabezan la lista de países latinoamericanos con los peores índices de asesinato de mujeres. Un delito que no está tipificado en todos los códigos de la región ya que los jueces y legisladores tienden a confundirlo y excusarlo con un trastorno de celopatía por parte del agresor.

Sin embargo esa actitud machista está cambiando con algunos gobiernos sobre todo aquellos donde las mujeres han llegado a los ministerios competentes. La nueva ministra peruana de la Mujer y Desarrollo Social, Aída García Naranjo, quiere que su país evolucione en la materia y acepte que no se trata “de ataque celos” sino de “un homicidio alevoso y premeditado”. Panamá intenta seguir los pasos peruanos acerca del femicidio, pero como denuncia la diputada Marylin Vallarino, el proyecto duerme desde el 2010 en la Asamblea Nacional.

La violencia contra la Mujer parece no ser entendida en su globalidad. Llegar a matar a sus parejas es sin duda su máxima expresión pero hay toda una cadena de alertas que deberían ser castigadas con severidad. La OEA en su Convención para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer dice: “es cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como privado.”

Hernán Darío Gómez seguramente la desconoce puesto que no captó la dimensión de su acto, insistiendo que solo fue un incidente personal. Su “arrepentimiento” no es diferente de aquel de cualquier hombre violento que le pega a una mujer y al día siguiente pide perdón. Y la mayoría de esos agresores vuelven al hogar porque la justicia no da seguimiento a las peleas por no ser aparentemente un hecho grave.

Tuvo que esperar “El Bolillo” la avalancha de criticas para renunciar a su cargo en la Selección Colombia. Diferentes voces oficiales insistían en que no era ejemplo. Al parecer no era una buena imagen para el fútbol. El principal patrocinador Bavaria dijo que “ponía en aprietos al Equipo de Colombia.”

Pero la renuncia del técnico no puede ser simplemente la consecuencia de la presión de los directivos de la Federación Colombiana de Fútbol y de las redes sociales. Tiene que haber una investigación porque sí hubo una agresión y hay un delito. ¿Dónde está la protección hacia la mujer? La Fiscalía dice que por el momento no puede hacer nada porque en el “delito querellable” únicamente la víctima puede denunciar.

Si en este caso no hay justicia que sancione los golpes, sería mejor que el “Bolillo” hubiera renunciado por los malos resultados de la selección de fútbol y no por una noticia que pasará próximamente a los archivos de prensa. Maltratar a una mujer no debe poner en “aprietos”, merece cárcel.