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miércoles, 5 de octubre de 2011

Tarjeta roja para el trabajo infantil en América Latina


05/10/2011

María Camila Morales

La única tarea que tendrían que cumplir los niños es ir al colegio. Un derecho más que un lujo que los Estados no logran hacer respetar ni proteger. Y América Latina otra vez fue señalada como una de las regiones del mundo donde los menores de edad son una fuerza laboral importante, muchas veces contra su voluntad.

El Departamento de Trabajo de Estados Unidos reveló la lista de países y productos elaborados por menores de edad y Brasil encabezó la clasificación de la zona. Según los datos de los estadounidenses, trece son los productos brasileños que utilizan mano de obra infantil. En segundo lugar quedaron México y Argentina. Le siguen Bolivia y Colombia a los cuales hay que agregarles la característica de trabajo forzado de los niños.

En el informe de “Las peores formas de trabajo infantil” también se destacó que la agricultura, la minería y la pornografía son los  sectores que más emplean a menores de 16 años en Latinoamérica.

El primer puesto de Brasil no deja de ser desalentador ya que aparecía como un ejemplo de compromiso con los menores de edad y su futuro. Y no se puede negar que desde la llegada del Partido de los Trabajadores (PT) al poder con el ex presidente Lula Da Silva, se adelantan varios programas innovadores en la región.

El Plan de Erradicación del Trabajo Infantil (PETI) cuenta con 820 mil menores que reciben ayuda después que abandonan y/o escapan de la explotación laboral. Dicho subsidio se les entrega a sus padres gracias a los lazos establecidos desde el 2006 por el programa Bolsa Familia. Una forma de asegurar una entrada de dinero y de alimentos para que los menores puedan ir a educarse. El seguimiento de los niños se realiza a través de los Centros de Referencia de Asistencia Social puesto que las familias se comprometen a mantener a sus hijos matriculados en el sistema escolar.

Coordinación eficaz de varios programas que se deben a la puesta en marcha de la responsabilidad compartida. Según la Secretaria Nacional de Asistencia Social, Denise Colin, se integran además otros temas fundamentales para mantener alejados a los menores del trabajo: salud, educación, deporte y cultura.

En el 2009, la Organización Internacional del Trabajo estimaba que cinco millones de niños (menores 16 años) trabajaban en Brasil. Cifra que ha sido dividida por dos si se compara con los números de 1992.

Sin embargo, los esfuerzos de Brasil no son suficientes ya que la problemática de la mano de obra infantil está ligada a la pobreza. Y pese a que el gobierno de Dilma Rousseff le quiere sacar “tarjeta roja” a la explotación laboral de menores, su lucha se frena por la miseria.

Para la asesora regional de protección infantil de la Unicef, Nadine Perraut, 70% de los menores que trabajan en América Latina y el Caribe lo hacen porque sus familias tienen un empleo informal. Un cambio en las políticas públicas de los Estados debería asegurar un mínimo de protección salarial para todos como una inversión para las nuevas generaciones. Pero falta voluntad política a la hora de las reformas económicas en Latinoamérica. Son cambios de sentido común para proteger a la infancia latinoamericana, que no pertenecen a gobiernos ni de izquierda ni de derecha.

El desarrollo económico no puede olvidar a los ciudadanos más débiles de la sociedad, que sin quererlo, participan (obligados) en el crecimiento  de sus países.

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