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martes, 4 de octubre de 2011

La obsesión por las encuestas electorales


04/10/2011

María Camila Morales

“La voz del pueblo” sería el resultado de las encuestas de opinión que tanto les gustan a los candidatos a puestos públicos. Se trata de un método de investigación de las opiniones y actitudes humanas que por esencia misma del objeto estudiado es impreciso. Paul Lazarsfeld, uno de los padres de las encuestas, era consciente del grado de error que implicaban por ser “una ciencia de sentimientos”.

Pero en la actualidad las encuestas más que una “averiguación o pesquisa” se han convertido en un negocio tan lucrativo como las artes adivinatorias.

América Latina no es ajena a esta tendencia donde las encuestas  están siendo utilizadas para crear climas políticos en lugar de esclarecer la intención de voto de los ciudadanos. Según Graciela Romer en entrevista al diario Clarín, “sus colegas se han ubicado en un rol distinto al de auditor de procesos democráticos”.

Imposible no acordarse de las pasadas elecciones presidenciales (2010) en Colombia, donde las encuestadoras repetían semana tras semana el triunfo del candidato del Partido Verde Antanas Mockus. Al final, Juan Manuel Santos (partido de La U) ganó con el 69% de los votos. Más que un error de probabilidades o estadísticas fue una alerta acerca del fenómeno de electores flotantes que las encuestas no detectaron.

¿Cómo votará un segmento de la población que no tiene definida su afiliación política, que le da prioridad a sus intereses individuales y que no tiene acceso a las propuestas de los candidatos? Si las encuestadoras respondieran a esas preguntas el margen de error seguramente disminuiría. De lo contrario no se explican las últimas encuestas para la alcaldía de Bogotá.

Según resultados de Datexco publicados por el diario El Tiempo, el candidato del Partido Verde y La U, Enrique Peñalosa obtiene 20,9% mientras que Gustavo Petro (Movimiento Progresistas) alcanza el 16,4%. Pero la tendencia se invierte en la encuesta del Centro Nacional de Consultoría para el Noticiero CMI: 28% para Petro y 19% para Peñalosa.

Si los sondeos son un termómetro social fundamental y los encuestadores hacen bien su trabajo, la pregunta es: ¿dónde están los periodistas que deben ayudar a leer estos resultados?

La oleada de encuestas únicamente produce desconcierto como el mismo Antana Mockus declaró a la radio RCN, el día de su derrota. Recordó que “la cruda realidad de las votaciones efectivas es la que cuenta”.

Para el experto en comunicación política, José Luis Dader: “hay una obsesión” que genera además una saturación en los votantes. Aunque nadie se atreve a hablar de manipulación de la opinión pública mediante las encuestas telefónicas, sería bueno tener menos cifras y más contenido. No se trata simplemente de afinar las estimaciones sino de devolverles su utilidad.

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