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lunes, 10 de octubre de 2011

Ricky Martin y la hipócrita moral en América Latina


10/10/2011

María Camila Morales

El artículo 60 de la Constitución de Honduras dice: “se declara punible toda discriminación por motivo de sexo, raza, clase y cualquier otra lesiva a la dignidad humana.” Pero parece que el ministro del Interior, Africo Madrid, no ha leído la Carta Magna.

De lo contrario no se entiende por qué el funcionario público iba a negar la autorización de entrada al país del cantante puertorriqueño Ricky Martin y prohibir su concierto previsto para el próximo 16 de octubre.

Según el periódico Hondudiario, el ministro cedió a la presión de un grupo de iglesias evangélicas, cristianas y católicas que consideran que Ricky Martin “no es un buen ejemplo para el tipo de familia que las leyes de Honduras y la sociedad hondureña quieren construir y fomentar en los jóvenes.” Las palabras de la carta de protesta no se pueden referir sino a la homosexualidad del artista boricua, ya que sus conciertos son muy similares a aquellos de Enrique Iglesias o Alejandro Sanz quienes no tuvieron ningún problema en obtener autorizaciones para presentarse en Honduras.

Si realmente de modelo de familia se tratara la censura a Ricky Martin, los dos cantantes españoles tampoco son ejemplos de moralidad cristiana. Enrique Iglesias vive “en pecado” (sin casarse) desde hace más de ocho años con su novia  Anna Kournikova. Y Alejandro Sanz lleva dos matrimonios y un hijo natural acumulados durante su carrera artística.

Acusan además los guardianes de la moral hondureña al ex integrante de Menudo, de tener un espectáculo “erótico” que no le conviene a los menores de 15 años. Todo indica que ninguno de los censores fue al concierto de Daddy Yankee el pasado mes de abril en San Pedro Sula. Los movimientos de pelvis de sus bailarines hombres al ritmo del estribillo “dale carne pa’ las nenas”, supera la definición de erotismo y puede entrar en la descripción de pornografía para muchas madres de familia. Sin embargo, no hubo manifestaciones en su contra; por el contrario Daddy Yankee  fue aclamado por el público, que incluía menores de edad y les agradeció diciendo: “vengo a compartir mi talento que papá Dios me ha dado”.

Lo que ha sucedido en Honduras con Ricky Martin es una simple muestra de discriminación contra los homosexuales disfrazada como una preocupación moral.  Es un ejemplo de la corriente moralista que está llegando a Latinoamérica y que tendría que hacer reaccionar a las personas que respetan la libertad de los individuos en su integridad.

Como dice Paul Cliteur, autor del libro Esperanto Moral, “es imposible hallar una justificación de los principios morales sin remitirnos a la religión”. En América Latina, el catolicismo guía al Estado y aunque en las últimas décadas se había logrado un avance más humanista en las legislaciones, los redentores morales vuelven. Aborto, matrimonio homosexual, fecundación “In Vitro” son algunos de sus temas de batalla. Pero podríamos interrogarlos acerca de la prioridad que le dan al Séptimo Mandamiento: no robarás. Con la corrupción que reina en la región, la defensa de la moral y buenas costumbres se parece cada vez más a un menú de restaurante donde cada político defiende lo que le conviene.

Deberíamos preguntarnos, hasta qué punto no es preferible la neutralidad religiosa del Estado. Mejor aún, cómo podríamos fomentar un humanismo secular que ayude a evitar los constantes enfrentamientos entre Derecho y Moral que tanto atormentan a las almas latinoamericanas.

Finalmente el presidente Porfirio Lobo zanjó la polémica generada por el concierto Ricky Martin, autorizando el espectáculo musical el próximo 16 de octubre y el comité de censura rectificó su veto autorizando la asistencia de los menores de quince años. Pero ¿qué pasará con el Ministro del Interior?;¿seguirá actuando como el árbitro moral del país o se le entregará una copia del artículo 60 de la Constitución de Honduras para que lo respete?

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