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lunes, 23 de enero de 2012

La campaña de las burbujas republicanas



23/01/2012

María Camila Morales

Las asambleas partidarias de los republicanos de Carolina del Sur le dieron la victoria a Newt Gingrich. Una aplastante triunfo frente al favorito Mitt Romney.

Tres Estados, tres primarias y tres ganadores diferentes son una prueba más del confuso panorama electoral en el que se encuentran los conservadores norteamericanos.

¿Quién puede ser el candidato ideal para enfrentar al presidente Obama?. En Iowa, Nuevo Hampshire y Carolina del Sur se impusieron las tres tendencias que dividen al partido en la actualidad.

Santorum: abanderado de una cruzada religiosa y moral casi divina. Mitt Romney: un multimillonario moderado sin carisma convencido que reducir los impuestos creará empleo. Gingrich: un oportunista y guerrerista que conoce la maquinaria del Congreso de Estados Unidos necesaria para gobernar.

Tres candidatos que bajan y suben en las encuestas siguiendo el fenómeno “burbuja” que inició Michelle Bachmann, Herman Cain o Rick Perry.

Sin embargo, los tres ganadores en sus discursos logran reflejar el descontento de un gran número de norteamericanos que se sienten decepcionados con el presidente Barack Obama en su política económica, social e internacional.

Las soluciones que proponen tienen eco en un segmento de la población que quiere un cambio histórico y radical en Washington. Así como aquel que protagonizaron los hombres de la Revuelta del Te en Boston cuando se opusieron al incremento de los impuestos por parte de la corona británica.

Hoy conocidos como los conservadores del Tea Party, están actuando en contra de la unidad del partido y haciendo oír su voz populista y desafiante en sus propias primarias.

Newt Gringich aparece como el hombre capaz de motivar a la clase trabajadora blanca, a los temerosos de Dios y sobretodo es del agrado del Tea Party. Un candidato con tono presidencial que además en los debates con los periodistas sale airoso. Sin duda la experiencia que le dejaron sus años como Portavoz de la Cámara de Representantes, y que le dan una ventaja considerable.

En la Florida cuenta con el respaldo de la mayor organización de latinos conservadores: “Somos Republicanos”. Porque Gingrich no ha sido ajeno a las preocupaciones de una minoría que representa el 16.3% de la población del país (Censo 2010) y sale a votar cuando la cortejan.

Aunque no habla de amnistía de los ilegales, propone un trato más humano para la inmigración de larga data (25 años) y evitar así deportaciones que separen familias. Prefiere la idea de un permiso de residencia sin posibilidad de ciudadanía y un camino para jóvenes indocumentados (sin antecedentes penales) de acceder al pasaporte de Estados Unidos a través del servicio militar.

Si a eso se le suma su interés por Cuba y de asfixiar el régimen de Fidel Castro, puede contar con el influyente exilio anti-castrista para ganar el 31 de enero. En 1998, criticando la actitud poco firme de Bill Clinton hacia La Habana, Gingrich decía “tenemos la misma evidencia del peligro de terroristas de Fidel que tenemos de los de Sadam”. Un aliado para los enemigos de los hermanos Castro en la Florida que no van a desperdiciar.

En su discurso en Carolina del Sur, Gingrich se refirió a una política económica que cambie la ayuda estatal (estampillas de alimentos) por salarios para  todos sin importar “su origen étnico”. Preparando el terreno quizás para la Florida donde la palabra “hispanos” debería por fin ser pronunciada por los candidatos.

¿Cómo sumar el voto latino (21.7 millones podrán votar según Pew Hispanic Center) sin hacer concesiones ni ofender a las bases ultraconservadoras que quieren más muros en las fronteras? Una encrucijada para cualquier aspirante a la candidatura republicana. Las encuestas y sus cálculos aseguran que nadie puede llegar a la Casa Blanca sin conquistar el 40% del voto hispano.

¿Tendrá Gingrich la capacidad de hacerlo? Poco tiempo le queda para consolidar su liderazgo entre los republicanos antes que su pasado (mujeres, negocios y desacuerdos éticos) acaben con su momento político.



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