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lunes, 16 de enero de 2012

El narcotráfico no tiene bondades



16/01/2012


María Camila Morales

“Muchas veces se hace el bien para hacer impunemente el mal” escribió La Rochefoucauld. Ese fue durante muchos años el lema del narcotraficante colombiano, Pablo Escobar, cuya generosidad hacia los barrios pobres de Medellín lo convirtieron en casi un Santo para sus habitantes mientras que para las autoridades era el criminal más buscado del país.

Imposible no acordarse del libro de Alonso Salazar J. La Parábola de Pablo y sus variados testimonios cuando crece en las redes sociales la polémica acerca de la carta que le escribió la actriz mexicana, Kate del Castillo, al narcotraficante el “Chapo” Guzmán.

La protagonista de la novela “La Reina del Sur” le pide al jefe del cartel de Sinaloa: “¿no estaría padre que empezara a traficar con el bien?” y su mensaje se extiende en una particular reflexión acerca de sus convicciones sobre el mal, la religión y la corrupción en México. Termina proponiéndole a “Don” Joaquín Guzmán que se convierta en “el héroe de los héroes” y cambie su país como él sabe hacerlo.

Válida la iniciativa de Kate del Castillo si le pidiera al capo de los capos de los narcotraficantes mexicanos que se entregara, que pagara por sus crímenes y que resarciera a los familiares de sus miles de víctimas.

Según Estados Unidos, el “Chapo” Guzmán es el narco más poderoso del mundo, no solamente por su fortuna calculada en más de mil millones de dólares (revista Forbes). Sus muertos corresponden a una buena parte de los 47.500 que ha dejado la guerra del narcotráfico (2006-20011), según datos de la Fiscalía.

Si el tuit de la actriz exigiera a los narcos acabar con el derramamiento de sangre estaríamos hablando hoy del fortalecimiento de la resistencia de la sociedad civil mexicana. Con una cuenta Twitter que supera los 455.000 seguidores, habría sido un paso importante para darle visibilidad al movimiento pacifista que se está gestando en México de la mano del poeta Javier Sicilia.

Reblandecer el corazón de los criminales, no ha sido una novedad de la parte de Kate del Castillo. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, intentó también hacerlo con el jefe de las FARC en diciembre del 2007. Al “señor Marulanda le pido solemnemente que hay que salvar a una mujer, Ingrid Betancourt”.

El mandatario galo intentaba convencer a través de la televisión al enemigo número uno del gobierno de Alvaro Uribe. Sin embargo, el resultado del llamado a la bondad de alias “Tirofijo” lo conocemos: siete meses más de secuestro (del total de cinco años y medio que llevaba) hasta que fue liberada por el ejército de Colombia el 2 de julio del 2008.

La buena voluntad de Pablo Escobar, quien se entregó a las autoridades, se le acabó el 22 de julio de 1992 cuando el presidente César Gaviria lo quiso poner en una verdadera cárcel (sin protección de sus hombres). Se fugó después de haber tomado como rehén al vice-ministro de Justicia, Eduardo Mendoza.

Los millones de dólares que genera el narcotráfico en efecto podrían “darle comida a los niños de la calle” como quiere la actriz mexicana. El problema es que provienen de actos delictivos manchados por mucha sangre. Utilizar sus ganancias para hacer el bien no tiene justificación moral. Una vez más, se está cayendo en la fantasía del “Robin Hood” latinoamericano.

Kate del Castillo insiste en que “sin oferta no hay demanda” pero aunque no compartamos las mismas teorías económicas ella pone el dedo en una llaga: ¿quiere la sociedad mexicana (y latinoamericana) seguir desangrándose por culpa de la droga?;¿cuáles son las opciones del próximo presidente para enfrentar a los narcotraficantes? Y sobre todo: ¿la legalización de la droga sería un acto heroico o la perdición de los mexicanos?


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