21/12/2014
María Camila Morales
Bien dicen los
franceses: primer llegado primer servido. Y los estadounidenses se estaban
quedando en Cuba con las migas de lo que quedará de la isla castrista.
Los españoles, los
italianos, los canadienses, los rusos, los chinos ya están en
Cuba disfrutando a manos llenas de los negocios gracias a la ausencia de
Estados Unidos.
Los que han viajado a
Cuba verán en el aeropuerto los aviones de Air France, Iberia o Air Canadá, los
cuales diariamente llevan a miles de extranjeros que pasan sus vacaciones en
una isla donde su dinero no se queda únicamente en las manos del régimen.
En el primer semestre
del 2014, el número de visitantes aumentó en casi 4%, es decir que más de un
millón y medio de extranjeros pisaron suelo cubano. Las 26 empresas mixtas en
los 15 hoteles avalados por la autoridad, ya no dan abasto. Y a pesar de no
tener una rentabilidad digna de un paraíso turístico caribeño, dicha inversión
algún día la verán recompensada.
Una nueva Ley de Inversión
Extranjera fue aprobada el pasado mes de marzo por La Asamblea Nacional del
Poder Popular. Una forma, al parecer, de atraer más capital e impulsar “la
recuperación de la economía nacional”.
La actualización del
modelo económico cubano (como camuflan el desastre de sus finanzas y del
sistema) se acompañó con una nueva política laboral. Desde el mes octubre
los trabajadores cubanos no son todos iguales. Una idea, en principio,
contraria al comunismo de antaño. El diario Granma
destacaba que el pago a los trabajadores vinculados a empresas con capital
extranjero se incrementará y se pagará de forma diferente.
Un aumento, según la
vice ministra Zamira Marín Triana, “teniendo en cuenta los salarios que se abonan a cargos
de similar complejidad en entidades de la misma rama o sector de nuestra área
geográfica, la escala salarial que se aplica en el país (a modo de referencia)
y algunos pagos adicionales que por ley correspondan”.
Recibirán
más dinero los nuevos privilegiados de las reformas y además las empresas
pagarán la
contribución de sus empleados a la Seguridad Social.
Y como si fuera poco el
incentivo monetario para mejorar la producción, también deja claro que Cuba
respetará sus compromisos con los inversionistas: “La
presente Ley y su legislación complementaria establecen un régimen de
facilidades, garantías y seguridad jurídica que propicia la atracción y el
aprovechamiento del capital extranjero.”
El
presidente Barack Obama no podía seguir dándole la espalda a los cambios de la
isla. Los Derechos Humanos a la hora de los negocios tienen pesos diferentes. A
los europeos ni los prisioneros políticos, ni las torturas, ni las represiones,
ni la censura, los han afectado para seguir los negocios con Cuba. Cada vez
que detienen a un opositor en la isla,
lo lamentan ante las cámaras y suben el tono de regaño, pero sus enviados
multiplican los encuentros con los encargados de las empresas mixtas en La
Habana.
La Realpolitik
estadounidense, a 90 millas de distancia, tenía finalmente que imponerse. Los
Castro no han sido derrocados y el apoyo que tenían de sus amigos desapareció o
no es suficiente. La Unión Soviética ya no existe y Putin no confía en los
Castro. Hugo Chávez murió y la Venezuela de Nicolás Maduro ya no tiene los
cientos de millones de dólares que implica financiar al régimen cubano. El
comunismo chino tiene una chequera ideológica que no le gusta a los caribeños.
Cada día más solos y con una nueva generación que se atreve a desafiar al poder
porque sabe que en Cuba está todo por hacer y no exclusivamente la
democratización.
No
piensan en talasoterapias o campos de golf, como sucederá en Bellomonte con la
empresa china Beijing Enterprises Holding Limited o en Varadero con la
británica Esencia Hotels. No hay autopistas, ni transporte público digno, los
apagones son moneda corriente, el sistema de agua potable es obsoleto, no hay
vivienda adecuada, los hospitales están caídos, y las escuelas necesitan
tecnología. La lista no tiene fin.
Una
oportunidad de inversión que Washington no puede seguir desperdiciando. Si han
adaptado su defensa de la libertad universal en otros países para seguir con sus
millonarios negocios, Cuba no puede continuar siendo la excepción por ideología
y orgullo.
El embargo a Cuba fue un fracaso. Sin duda el precio fue muy alto para los cubanos, pero les plantaron cara durante 53 años a la primera potencia del mundo. Ahora empieza otro capítulo: para Obama desmontar en el Congreso el andamiaje del embargo y para Raúl Castro modernizar la Revolución.
Güines: La Pobreza Censurada a 32Km de La Habana
ResponderEliminarhttp://www.cubanet.org/actualidad/actualidad-destacados/guines-la-pobreza-censurada/
¿Cuba libre para los norteamericanos?. Este magnífico editorial sobre el acuerdo llegado por el presidente Obama y el gobierno de Raúl Castro, se puede extender fácilmente a todos los países americanos, libres y con política democrática, los cuales debemos mirar a Cuba, como un nuevo lugar para poder llevar nuestras inversiones y tecnologías que venimos practicando con éxito y que deben ser extendidas a este país que durante 53 años ha padecido el embargo de los EEUU. Ojala en la próxima década podamos gozar de los posibles acuerdos con Cuba y especialmente con su gente la cual merece tener todos los beneficios de una sociedad justa.
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