10/03/2014
María Camila Morales
Hace un año América Latina se
preguntaba si el chavismo sobreviviría a la muerte del Comandante. Y la
respuesta es negativa.
No lo dicen los universitarios que
se enfrentan desde el pasado 12 de febrero al gas lacrimógeno de la Guardia
Nacional y a las balas de los Tupamaros (civiles armados que defienden al
gobierno). Los jóvenes son simplemente una de las expresiones de un modelo
político y económico que no resistió la partida de su artífice.
El fracaso del chavismo fue
diagnosticado en voz alta por el sociólogo y analista Heinz Dieterich hace cinco meses. El alemán es
considerado como uno de los padres fundadores del “Socialismo del Siglo XXI”,
el paradigma científico-económico que tanta inspiración produjo en el difunto,
pero que nunca implementó. Y razones de fondo debe tener para dicha afirmación
ya que fue asesor del gobierno venezolano hasta el 2007.
Sin embargo, sus palabras no generaron
la reacción que merecían. Tal vez no sucedió porque en América Latina y en
Europa, todavía se resisten a aceptar que la izquierda subestima las condiciones
subjetivas de sus modelos económicos. Pero las cifras y la calle siempre
terminan por comprobar sus errores.
Dieterich, en un artículo, recomendó
a Nicolás Maduro invitar al presidente Rafael Correa como consejero económico
para salvar la revolución chavista. Una ayuda práctica porque estructuralmente
no funciona más. Insistía que para mantener los logros sociales y por ende, el
pensamiento de Chávez, Venezuela necesitaba cambios urgentes.
Unas rectificaciones que el mismo
Comandante debió hacer en el 2010 pero se le agotó el tiempo. No solamente por
su enfermedad sino por la ignorancia de los consejeros que empezaron a
instalarse en Miraflores.
Venezuela es un país rico que puede
decretar correcciones rápidamente. Pero, señala Dieterich, la política inepta,
la estupidez administrativa y la corrupción llevaron al país a una crisis y si
persisten, terminará en un abismo.
Explica además en su última
entrevista con Radio Francia Internacional: "la troika Maduro-Cabello-Arreaza
es un desastre”, ninguno de ellos tiene “ni idea de economía”.
Hugo Chávez contaba con la
personalidad, el millonario petróleo, el desprestigio de la élite blanca y el
desgaste de la derecha opositora para imponer un régimen propio. Una mezcla de
componentes que le permitieron ganar elecciones desde 1999 sin mucho esfuerzo.
Fueron los años de gloria del
chavismo. Anunciaba las expropiaciones de la mayor siderúrgica del país (Sidor)
y sus compatriotas lo alababan. Expulsaba en directo por la televisión a
responsables de PDVSA y lo aplaudían. Cambiaba la Constitución a su gusto y lo felicitaba el pueblo
venezolano.
Para aquellos que creen aún en las
virtudes de la revolución bolivariana, Dieterich estima que deben poner en
marcha un paquete “coherente” de medidas estructurales, la imposición “firme”
del Estado de Derecho y una “nueva narrativa fundacional”. Pero poca esperanzas
guarda en la troika que secuestró a Venezuela.
Pese a que nadie habla de una
alternativa pacificadora y viable (Maduro niega el caos y la oposición no se
une) la resignación no puede ser la solución. Para los venezolanos el modelo ha
llegado al fin de su ciclo (con o sin Chávez) y un cambio radical se impone.
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