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martes, 21 de agosto de 2012

Macondo en Estados Unidos


21/07/2012

María Camila Morales

En plena campaña electoral, Barack Obama y Mitt Romney han dejado fuera de sus discursos varios temas que incomodan. Uno de ellos: el servicio de correos. ¿Por qué los dos candidatos  no analizan la situación del United States Postal Service Mail (USPS)?

Cuando un trasteo por barco se demora menos tiempo entre Paris y el puerto de Baltimore que un paquete entre la Florida y Washington, es que existe un serio problema. Ojalá fuera un caso aislado o un lamentable error pero las quejas contra USPS no dejan de acumularse en la oficina de defensa de los consumidores.

Desde el 27 de julio, estoy esperando que el servicio de Priority Mail del correo me entregue un envío.

Hasta el momento no ha sido posible, peor aún, descubrí el increíble mundo del USPS Mail. Nada menos que el reino del absurdo o de las explicaciones que superan el realismo mágico (por aquello de la exagerada discordancia de los elementos involucrados). En términos económicos sería ingresar a un servicio público de un país subdesarrollado.

Podría ser jocoso si no se tratara de Estados Unidos. Un país donde demandan por caerse al pisar una papa frita en un restaurante de MacDonald’s.

El servicio que ofrece Priority Mail (prioritario y por ende más costoso) me permite rastrear por Internet el paquete. Se encuentra en California pero con una especificación: en camino hacia su destinatario. No hay necesidad de un curso de geografía norteamericana para comprender que desde la Florida hasta Washington DC. no hay que pasar por la costa Oeste.

Las llamadas al servicio al cliente del USPS Mail son dignas de un himno al absurdo. Los diálogos con sus empleados no tienen sentido.

La amabilidad de sus interlocutores es un valor en peligro de extinción. Concluyen siempre con la misma frase: en un día hábil un colega los llamará para darles detalles acerca de la investigación interna que hemos abierto al respecto.

Y debe ser tan introspectiva su búsqueda que se desaparecen. Por supuesto no llaman “de pa’trás”. Porque en la desesperación de no poder entender lo que sucede intenté la opción “español” de USPS Mail pensando ingenuamente que al registrar más quejas más rápido alguien se apersonaría del enigma.

Pero Jenny me dio la mejor respuesta de todas: debe esperar hasta que aparezca su paquete porque USPS Mail no puede hacer nada para encontrarlo. Brillante análisis de la situación. Y concluyó diciendo: “ con un pen anote su número de investigación y gracias por llamar a USPS Mail”.

Al cumplir casi un mes sin tener noticias del paquete, opté por recurrir al departamento de servicio de reclamos. Un  teléfono en el cual responde una grabadora que dice: “no tenemos la capacidad de contestar su llamada, pero por favor déjenos su número y lo contactaremos de vuelta”. Y así pasan los días y las horas sin que mi teléfono suene.

En cuanto a protección jurídica del cliente, no hay posibilidades claras. Hay que dejar pasar 45 días hábiles para que inicien “una investigación formal”. Las anteriores eran, seguramente, un pasatiempo para los supervisores de USPS Mail.

La visión de un país donde todo se demanda es una gran ilusión. Llegar a los estrados judiciales y reclamar las millonarias indemnizaciones implica mucha persistencia y dinero.

Al buscar más información acerca del USPS Mail descubro la realidad. Es una bancarrota sin control que le cuesta miles de millones de dólares de impuestos a los estadounidenses.

Según propias palabras de Patrick Donahoe a la cabeza del USPS Mail, si continúan con el mismo ritmo de pérdidas, para el 2015 la deuda alcanzará 18.2 mil millones de dólares. Asegura que necesitan urgentemente un cambio en su modelo de negocio. Difícil entender su funcionamiento porque cualquier reforma debe pasar por la aprobación del Congreso de Estados Unidos.

Sin duda es una de las mayores fuentes de trabajo del país. Más de ocho millones de empleados. Pero el costo de su mantenimiento  es insostenible. El volumen de correo First Class (el más barato) ha caído en un 25% y las proyecciones no son alentadoras.

Los analistas norteamericanos más liberales son tajantes en su conclusiones: hay que cerrar (eliminar) el correo nacional y dejar que  funcione la libre competencia del sector privado con sus consecuentes precios.

Pero en un país en crisis económica, ¿no sería tiempo de empezar a buscar otras soluciones antes de que sea demasiado tarde? Ante todo por el enorme costo social que significará acabar con el USPS Mail. Además adaptarse a los cambios tecnológicos del correo del siglo XXI y al E-commerce no debería depender de los congresistas.

Hasta el momento Obama y Romney evitan públicamente mencionar “el problema” . Ojalá alguno de los periodistas invitados a los debates presidenciales se atreva a preguntarles al respecto.

Mientras tanto paciencia y resignación.

1 comentario:

  1. EFE+Nuevo Herlad
    Washington -- El Servicio Postal de Estados Unidos (USPS por sus siglas en inglés) anunció el miércoles 6 de enero que, a partir de agosto del 2013, dejará de repartir correo los sábados, aunque mantendrá la entrega de paquetes, para ahorrar unos 2,000 millones de dólares anuales.

    La decisión fue anunciada en una comparecencia por el director de la entidad, Patrick Donahoe, quien dijo que se trata de una parte importante de la estrategia global “para volver a la estabilidad financiera”.

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