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jueves, 12 de julio de 2012

Niñas madres en América Latina


12/07/2012
  
María Camila Morales

La noticia del Fondo de la Población de las Naciones Unidas (UNFPA) acerca de los índices de embarazos en América Latina pasó como una anécdota más de la triste realidad cotidiana.

Uno de cada cuatro niños nacidos en Latinoamérica y el Caribe tiene una madre adolescente o joven. A nivel mundial ocupa el segundo lugar después de Africa. Venezuela, escribe el diario Nueva Prensa de Guayana, registró el mayor número de adolescentes gestantes en América Latina.

Por parte de los gobiernos hubo poca reacción ante las cifras. Su indiferencia es consistente con la poca importancia que le dan a la inversión en materia de educación sexual y planificación familiar.

Según la directora regional para América Latina y el Caribe del Fondo de las Naciones Unidas para la Población, Marcela Suazo, 22% de las mujeres en edad reproductiva no tienen acceso a  métodos anticonceptivos modernos.  Las consecuencias de la falta de acceso son graves. Un reciente estudio de la revista médica británica The Lancet, concluye que el anticonceptivo evita 250.000 muertes maternas cada año en el mundo y serían 100.000 más mujeres salvadas si utilizaran el anticonceptivo adecuado y no fuera una aventura la no procreación.

El drama de las “niñas madres” sigue sin ser una política pública prioritaria en la región y sobre todo lo vuelven debate moral cuando intentan incluirlo como se debería en los currículos de educación primaria y secundaria.

La teoría acerca de la sexualidad aprendida en casa y gracias a los padres no deja de tener tintes de mojigatería católica. La mayoría de embarazos de adolescentes tiene como punto común que suceden en hogares de bajos recursos y “disfuncionales” donde los valores religiosos se quedaron en rezos.

En aquellos casos de menores de 15 años, el UNFPA advierte que suelen ser producto de violencia sexual.

Si el derecho a la educación aparece en todas las plataformas políticas de los gobernantes de la región, deberían incluir salud sexual y reproductiva como señal de su compromiso y responsabilidad con las nuevas generaciones.

La prevención de embarazos también pasa por acceso gratuito a información y a todos los métodos anticonceptivos para los sectores más vulnerables de la población.

Pero si las terribles vidas de las madres adolescentes y de sus hijos no encabezan la lista de programas de inversión en Latinoamérica puede que bajo el prisma económico los dirigentes actúen con más determinación.

Los embarazos de adolescentes impiden romper con el círculo intergeneracional de la pobreza. No solamente lo constata Naciones Unidas sino también la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

La brecha de inequidad socio-económica se profundiza con madres que ponen en riesgo su salud, su desarrollo físico, comprometen su educación y sus posibilidades laborales e incluso las marginaliza de sus familias. Según datos de la Onu, 38% de las mujeres de la región quedan embarazada por primera vez antes de los 20 años.

Para los mandatarios significa en sus porcentajes que las adolescentes-madres les dificultan ejecutar el discurso de lucha contra la pobreza extrema. Retrasan además el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Onu; la alianza mundial por el desarrollo humano que con tanta convicción acordaron seguir también los latinoamericanos y caribeños. ¿No sería entonces tiempo de cambiar de estrategia?

Si un embarazo precoz se convierte en un proyecto de vida para adolescentes que no tienen mayores anhelos, como explicaba  a la agencia EFE la ministra de la Juventud de Venezuela, Mari Pili Hernández, quiere decir que no solamente han fracasado los gobiernos sino también nosotros como sociedad.



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