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jueves, 10 de mayo de 2012

Ecos del debate presidencial en México



Felipe Muñoz Gómez

En Bogotá, la noche del domingo 6 de mayo vi por CNN en español la transmisión del primer debate de los candidatos a la Presidencia de México.

Según normas constitucionales, el 1 de julio pueden aspirar a suceder a Felipe Calderón cuatro candidatos: Enrique Peña Nieto, exgobernador del estado de México, escogido por el PRI; Andrés Manuel López Obrador del PRD en coalición con unos partidos de izquierda y quien en la anterior elección del 2006 perdió por pocos votos la presidencia contra Calderón; Josefina Vásquez Motta del PAN -actual partido de gobierno- y quien ocupó la secretaría de educación durante este gobierno; y Enrique Quadri respetado académico y profesor universitario escogido por Nueva Alianza, joven partido que surgió de los educadores.

A esa misma hora en México, el debate solo era emitido por dos cadenas menores de televisión. No deja de extrañar la poca atención mediática que despertó el debate a nivel local considerando que era la primera vez que se enfrentarían públicamente todos los candidatos.

Antes del debate, existía un ambiente de expectativa justificado. Según todos los sondeos, el candidato Peña Nieto ganaría la Presidencia con un margen de alrededor de 15 puntos. Por esto, la campaña del PRI había dicho que su candidato no participaría en debates, pues no los necesitaba.

Las políticas que interesan a la región y que están ligadas con mi experiencia, fueron agrupadas en: seguridad, justicia y combate al crimen organizado. Pero las respuestas no llegaron al fondo de la problemática mexicana y en algunos casos ni siquiera trataron los temas.

Hagamos memoria. Fue el Presidente Calderón quien decidió de manera clara combatir al crimen organizado que echaba raíces en el sistema mexicano. Esa guerra frontal iniciada en el 2006, sumada a una recomposición de los carteles en la región, disparó –entre muchos otras consecuencias- una violencia muy compleja en México y aumentó en los vecinos mexicanos la tasa de homicidio a niveles de liderazgo mundial. Dicha guerra se alimentó gracias a las alianzas entre los capos colombianos y mexicanos y la consolidación de rutas en Centroamérica, en especial el triángulo norte (Guatemala, Honduras y el Salvador).

Cifras que ilustran esta realidad abundan. Cerca de 50.000 muertos durante el actual gobierno en su lucha contra los narcos. Y aunque la tasa de homicidios por 100.000 habitantes es relativamente baja en comparación a sus vecinos (3 o 4 veces menos), la concentración geográfica de la violencia en algunos estados es desconcentarte.

El salvajismo de las luchas entre carteles y la infiltración mafiosa en estamentos de la sociedad como la policía y la política hacen de esto un provocativo plato para los medios de comunicación. Estos reportan todos los días sobre la “guerra de Calderón” -como injustamente algunos políticos la han llamado- como si fuera un tema del gobierno de turno y no del Estado y la sociedad mexicana.

Los opositores a Calderón y el PRI en particular – que quiere retomar el poder que perdió hace 12 años y que tuvo por más de 60 - han tomado esto como tema de campaña. Culpan a Calderón de los muertos e incluso se han oído voces que hablan de posibles negociaciones con los narcos. Por eso se esperaba una reflexión pública entre negociar o no negociar, entre mano dura u otras alternativas, entre reformar o no las policías en el país. Pero nada de esto sucedió.

Sobre la política penitenciaria el único que mencionó cifras para validar sus propuestas fue Quadri; como la de separar presos de crimen organizado de los demás y participación de privados en resocialización. Peña Nieto se limitó a decir que se necesitaban más recursos para ese sector, mientras López Obrador se dedicó a atacar a Peña Nieto por temas de corrupción. Josefina fue enfática en asegurar que ella no negociaría con el crimen organizado enviando un guante al del PRI que no fue recogido y proponiendo una policía nacional con disciplina militar.

De policía nacional habló también Quadri pero con ideas más audaces. Una de ellas es eliminar las policías locales y dejar una fuerte a nivel federal y estatal. Hay en México cerca de 2.000 cuerpos de policía locales.

En el segmento de justicia Peña Nieto alertó que se debe terminar de implantar el sistema oral acusatorio, lo cual fue repetido por Quadri quien además propuso que el estado que no lo haga reciba sanciones. López Obrador continuó sus ataques al líder de las encuestas y Josefina se fue por el lado del Ministerio Público al cual prometió fortalecer en número de fiscales.

Para ser justos Peña Nieto estuvo menos débil de lo que decían sus contradictores, Josefina más fuerte de lo que sus propios copartidarios creen que es, López Obrador menos incisivo de lo que nos tiene acostumbrados y Quadri mucho mejor de lo que él mismo hubiera esperado. Pero no pequemos de aguafiestas. No todo fue aburrido.

Los debates presidenciales siempre traen sorpresas y este no fue la excepción. Para mí las dos sorpresas fueron: el ascenso del profesor Quadri y la modelo argentina Julia Orayen.

La voluptuosa mujer quien fue portada de Playboy México hace unos meses lució un vestido muy escotado cuando al inicio del debate tuvo que entrar al set a repartir los turnos a los candidatos. Dos minutos de aparición le ganaron en las redes sociales a todos los candidatos juntos.

A mi juicio, los aspirantes tienen deudas con los electores en las propuestas para seguridad y justicia. Sobra mencionar la importancia económica y política de México para el continente y para Estados Unidos. Sobretodo de lo que allí se decida en temas de crimen organizado depende en gran medida el futuro de la lucha contra el narcotráfico en Centroamérica.

Felipe Muñoz se dedica a la consultoría en temas de seguridad pública,  ciudadana y  justicia  en América Latina. Hasta finales del 2011 y por 3 años fue Director del DAS (Agencia de Inteligencia de Colombia). Ha ocupado varios  cargos en el gobierno nacional y en la Alcaldía de Bogotá. Ha sido profesor universitario sobre temas de América Latina y de desarrollo urbano. Estudió finanzas y relaciones internacionales y tiene una maestría en planeación urbana en London School of Economics.


1 comentario:

  1. Felipe, tu columna espero no sea entonces una confesión voyerista por haber sido de los pocos que vieron en directo a Julia Orayen, confundiendo a los candidatos con sus atributos.
    Ya en serio, creo que te falto hacer una referencia más histórica de la participación electoral en México, Calderón rompió con la hegemonía del PRI en 2006, pero su triunfo contradictoriamente representó un descenso del porcentaje de participación electoral del 77% al 64% (en Colombia tenemos ± 55%) lo que quiere decir que cada día menos potenciales electores consideran que su voto va a cambiar la situación a nivel nacional, a nivel local en cada municipio y estado como lo mencionas existen más de 2.000 cuerpos policiales, que responden a políticas y políticos locales, muchos de ellos no identificados con visiones nacionales y cada vez más comprometidos con el narcotráfico.
    Me permito sugerir para tu próxima visión electoral mexicana, un análisis urbano regional de las encuestas de los candidatos, no toda la República Mexicana piensa como en el D.F. y los Estados de fronteras (norte y sur-oriente) golpeados por la violencia del narcotráfico están replanteando volver a una "paz chicha" donde la indiferencia evada la violencia, situación que directamente ya hemos vivido los colombianos

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