María Camila Morales
Ganó y cómodamente
Donald Trump en el Súpermartes. Las cartas están sobre la mesa y la nominación
del magnate neoyorkino como candidato republicano parece inevitable.
¿Error de cálculo,
alternativa electoral o fin del debate político para Estados Unidos? Varias
teorías se barajan ahora para tratar de explicar su triunfo.
La primera es constatar
que la minoría extremista del partido conservador tiene voz y ya no es un
agravio social aplaudirla. Entre los republicanos, el nacionalismo racista
siempre ha existido aunque no superaba el 25% del voto interno.
Había logrado, en el
2010, una presencia en el Congreso con el Tea Party (Marco Rubio) gracias a un
discurso con tintes de cruzada libertaria y religiosa. Sin embargo, el establishment se encargó de impedirles regresar al Congreso y
además, les bloqueó sus absurdas iniciativas legislativas.
Pero ese malestar
económico y social no desapareció. Estaba tan solo a la espera de un líder
capaz de convertir el odio y la intolerancia
en valores presentables y aceptables. Ahí fue donde fallaron los pronósticos de
los conservadores moderados. Subestimaron la fama de un insensato en un país
que ha adoptado la moral de los espectáculos de tele-realidad que el mismo ha
financiado.
Segunda: Trump encarna
“otra forma de hacer política”. Y el caso no se limita a Estados Unidos. Podemos
ver dichos fenómenos en otros países. Las etiquetas ideológicas varían pero
tienen en común la fascinación por personajes ajenos a las maquinarias
tradicionales.
En Gran Bretaña, Nigel
Farage y Jeremy Corbyn, en Francia, Marine Le Pen, en Hungría Viktor Orbán, en
España Pablo Iglesias o Beppe Grillo en Italia. Ejemplos no faltan.
Además atraen por ser pseudocaudillos
irreverentes, irrespetuosos y egocéntricos. Estados Unidos no podía evitar
contagiarse del voto anti-sistema. El magnate de Nueva York es sin duda otra
alternativa. Fue demócrata y ahora es republicano pero fácilmente puede ser
independiente.
Franqueza o descaro de
Trump que un 42-44% de los estadounidenses acepta y reclama según la última
encuesta nacional de CNN. Se trata de un voto sin color, que aspira a mejores
salarios y oportunidades. Desean sus partidarios volver a la era de la bonanza;
época del dinero fácil (antes de la crisis de las hipotecas subprimes del 2008), de la especulación
que no se limitaba al 1% de los ricos de Wall Street, sino a todo ciudadano con
acceso a un crédito inmobiliario. En ese amplio segmento del voto, las
propuestas del millonario Trump son una agenda de gobierno más que suficiente.
La tercera explicación,
y tal vez, la más grave, es la ausencia de contradictores políticos.
Diez palabras sin
sentido valen miles de votos. Una nueva lección para todos los estrategas
políticos del siglo XXI. Las mentiras y los escándalos morales ya no son un
problema. Lo importante es ser tendencia en las redes sociales. Para tal
propósito, nada mejor que un insulto o
una amenaza. No se equivocaba Trump cuando decía que podía disparar contra una
persona en la Quinta Avenida y no perdería ni un voto.
La televisión ha sido
la mejor caja de resonancia para la publicidad de Trump. Los debates no han
tenido sustancia, han sido una muestra de intolerancia, ignorancia y puerilidad.
No ha sido posible que ningún periodista en directo confronte a Trump con su
vacío intelectual y político.
Los periodistas tienen
una parte de responsabilidad en mantener la altura del debate de ideas en una
sociedad. ¿Cómo aceptar respuestas vagas, cómo dejar que un candidato ignore
una pregunta o evada evidencia de sus incoherencias? En una democracia no se
debería imponer el que grite más pero el rating ahora dicta los triunfadores.
Con Trump camino a la
investidura republicana, empieza un nuevo capítulo de la historia de Estados
Unidos: América con orgullo da la bienvenida al populismo tan propio a América
Latina.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buen análisis de los resultados electorales del pasado súper martes. Está claro que los finalistas para ir a la última contienda serán la Señora Hillary Clinton por el Partido Demócrata, que le gano en Franca lid al señor Bernie Sanders, que solo tuvo figuración en los estados de Colorado, Minnesota, Oklahoma y Vermont (su tierra natal). Por el partido Republicano se lanzará el Señor Donald Trump, quien viene de haber practicado ideas demócratas, independientes y ahora está buscando su refugio frente a los republicanos. Sus shows, presentaciones agresivas y fuera de contexto lo han llevado a obtener los delegados necesarios para representar a los republicanos en las elecciones finales. Para el mes de junio el Presidente Obama viajara a Cuba a dar un saludo especial a los hermanos Castro y a ofrecerles su ayuda para incorporarlos nuevamente a la economía occidental. Ojala no se presente ningún hecho en el mundo, que evite que la próxima presidenta de Estados Unidos sea la Señora Hillary Clinton, que por su experiencia y conocimientos puede llegar a la Casa Blanca.
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