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martes, 3 de junio de 2014

Repúblicas bananeras del siglo XXI

03/06/2014

María Camila Morales

Describir a varios países de América Latina como repúblicas bananeras a finales de los años noventa era percibido como un insulto. Un agravio que hacía enfurecer a sus dirigentes los cuales aclaraban que la democracia había llegado a sus tierras, que no eran súbditos de Estados Unidos y que las sociedades latinoamericanas respetaban los Derechos Humanos.

Que gran mentira le han vendido los políticos tanto de derecha como de izquierda a sus electores. Seguimos siendo repúblicas donde el poderoso (oligarca o no) gobierna para intereses particulares y el bienestar del pueblo es el telón de fondo de sus inconsistentes discursos.

Ningún gobierno del continente se salva de la pobreza, de la corrupción de sus políticos, de la desigualdad de ingresos, de la incompetencia del sector público, de la infiltración del narcotráfico, del abandono rural o de la inseguridad ciudadana. Los grados de estos males son diferentes en cada país pero son una realidad.

Si en el pasado los campesinos protestaban contra los excesos de las compañías bananeras, hoy indígenas y agricultores expresan con violencia su repudio hacia las multinacionales mineras y los latifundistas.

En cuanto a la división de poderes, que se supone protege al ciudadano de cualquier abuso por parte del Estado, es una utopía latinoamericana más. Si el Ejecutivo es autoritario o poco legítimo, la rama legislativa y la rama judicial se han convertido en extensiones de dichas presidencias sin transparencia, rigor o imparcialidad. Sería prudente no generalizar pero pocos ejemplos existen para probar lo contrario.

El resultado es el desencanto político por parte de la sociedad. Un hastío que a largo plazo, podría transformarse en un rechazo de la misma democracia que tanto anhelaba el continente.

Razones de sobra tienen los latinoamericanos para su apatía electoral. Porque así no lo quieran aceptar sus dirigentes, la economía no es el único aliciente para ir a votar. Panamá crece más del 7% anualmente y el nuevo presidente, Juan Carlos Varela, logró apenas 39% en la votación.

Hoy en día, los ciudadanos convocados a las urnas deben decidir “por el menos malo” o por el que toca “para no quedarse sin trabajo”.

No sorprende entonces que los niveles de abstención lleguen en unos países a superar el 50% como en Chile mientras que en otros se crean presidencias vitalicias, como en Venezuela, con un voto fanático.

Tal vez, en las repúblicas bananeras sean aceptables dichos comportamientos electorales pero no en las democracias que los diplomáticos latinoamericanos defienden en todos los foros internacionales.

La debilidad democrática que vive América Latina abre la puerta tanto a regímenes extremistas como a insurrecciones. Pueden tener el color político que quieran, maquillarlos con valores y moralidad pero al final son una amenaza para la libertad.

Y las semillas “bananeras” están ahí aunque no las queramos ver: en México paramilitares dictan sus sanguinarias leyes de seguridad, en Colombia la oposición espía el proceso de paz de La Habana. Mientras tanto en Ecuador, Rafael Correa amenaza directamente a los periodistas. En Argentina, trafican los índices de la inflación con el beneplácito del Ministro de Economía y en Guatemala, Otto Pérez Molina quiere rápidamente cambiar la Constitución para aspirar a otro mandato. El presidente de Perú, delega en su mujer Nadine Herrera reuniones con sus ministros. Sin olvidar Brasil donde  Focus on Congress denuncia abiertamente que 40% de los diputados están siendo investigados por diversos delitos como malversación de fondos en especial debido al mundial de fútbol.

La lista es interminable y francamente desalentadora.

Sin embargo, los esfuerzos por fortalecer la democracia y sus instituciones no se deben perder atemorizando a la gente con la expansión del Castro-Chavismo o con alianzas a los tentáculos capitalistas estadounidenses.  

El mal que aqueja al continente es una ausencia de consenso, de representación cívica y de sentido de compromiso ciudadano a la hora de exigirle a sus gobernantes cumplir con el servicio a la Nación que adquirieron en las urnas. Dejar en las manos de unos cuantos un país no es una solución; es irresponsabilidad que fortalece lo bananero en nuestras repúblicas.

 


2 comentarios:

  1. INFOBAE: "en Uruguay apenas 24 horas después de haber concurrido a las urnas para elecciones internas, la primera senadora del sector, Lucía Topolansky (esposa de José Mujica), renunció a su aspiración de integrar la fórmula con el candidato presidencial Tabaré Vázquez."

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  2. Perú21 "Como símbolo de la cultura boliviana y para mostrar que la hoja de coca en su estado puro “no es cocaína”, el presidente de Bolivia, Evo Morales, decidió agasajar con una torta preparada con esa planta al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que cumplirá años durante su estancia en el país altiplánico, con motivo de una cumbre de los 77 países en desarrollo y China (G77).

    Está previsto que Ban Ki-moon llegue a Bolivia el próximo 12 de junio. Su cumpleaños se celebra un día después.

    Aunque el Gobierno boliviano defiende que la hoja de coca en su estado puro no es droga, la Convención Antinarcóticos de Naciones Unidas no la ha sacado de la lista de sustancias controladas por contener un alcaloide imprescindible para sintetizar su derivado ilegal, la cocaína."

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