19/07/2012
María Camila Morales
Un país con dos Cortes Supremas y
por consiguiente con dos presidentes diferentes de las mismas es sinónimo de
caos institucional. Lamentablemente es lo que sucede en El Salvador.
En junio la Sala Constitucional
declaró ilegales las elecciones de magistrados del pasado abril y las del 2006.
Por interpretaciones macondianas de la ley y con el trasfondo de una pugna
entre la izquierda (gobernante) y la derecha (oposición) salvadoreña, reina la
incertidumbre total. Y como si esto fuera poco, la Corte Centroamericana de
Justicia (CCJ) aportó su granito de discordia pidiendo que se suspenda la
sentencia del mes de junio. Sin embargo, en El Salvador los magistrados
desconocieron la medida que los sabios centroamericanos pregonaron.
Una decisión que no solamente afecta
la estabilidad institucional en El Salvador. El sistema de integración regional
sale debilitado y cuestionado porque se trata de un asunto interno salvadoreño.
La CCJ no debió haber aceptado el
caso como explica Mirte Postema, en Americas
Quartely. Su misión, recuerda, es proteger el Estado de derecho (Rule of
Law) dentro de los países miembros y no perjudicarlos con su toma de posiciones
alejándose así del protocolo de Tegucigalpa que promueve la integración
regional.
En cuanto al mandatario Mauricio
Funes (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), brilla por su
ausencia. El presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada, Jorge
Daboub no dudó en acusarlo de “cómplice” del “golpe de Estado al poder
Judicial”.
En Estados Unidos, los republicanos
que ven en cualquier movimiento sospechoso de la izquierda el triunfo del marxismo guerrillero, ya están amenazando con cortar las ayudas económicas a
El Salvador.
El senador Marco Rubio fue el
primero en reaccionar. Dijo con tono más de aspirante a la dupla presidencial
de Mitt Romney que como elegido de La Florida, "no puede contribuir Estados Unidos a la pérdida del orden Constitucional” ; "se debe revaluar nuestra ayuda dentro
de la Cuenta del Milenio"(461 millones de dólares).
Cualquier excusa es buena para los
conservadores estadounidenses quienes insisten en que Centro América necesita
mano dura. La batalla de la rama judicial no es tan importante a sus ojos como
lograr poner un freno al narcotráfico, violencia, trata de personas y tráfico
de armas que circula por Centro América.
Mientras se pelean los políticos y
se les olvida la guerra civil, los problemas son cada vez más graves como lo
destaca el editorial del diario elsalvador.com.
El vacío de autoridad legítima deja a la ciudadanía indefensa con un terreno
propicio para que actúen todos los grupos de delincuentes. Y se pregunta si los
salvadoreños no estarán presenciando el ocaso de su “aporreada democracia”.
La tradicional división del poder:
Ejecutivo, Legislativo y Judicial no tiene interpretaciones subjetivas. La
independencia de las tres ramas es la única garante de las verdaderas
democracias en el mundo.
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