30/12/2012
María Camila Morales
Se acaba el año y en América Latina
los diarios hacen el balance del 2011 destacando el gran éxito económico para
la región. Si comparamos nuestra situación con la de Europa y Estados Unidos,
tendríamos que celebrar con champaña los resultados macroeconómicos que
publican la CEPAL, el FMI y el BID.
El presidente del Banco
Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno dijo en su mensaje anual:
“vamos por buen camino”. En efecto, la crisis económica que vivieron los
norteamericanos y europeos no llegó como un tsunami a América Latina.
Festejemos diciendo que nos salvamos
pero no nos vanagloriemos con las cifras de la región. Regresando de una
estadía en varios de sus países este 2011, algo me parece no estar acorde con
la euforia de los economistas y los políticos. Se llama realidad cotidiana.
Las cifras de crecimiento, inversión
y comercio serían alentadoras si se vieran reflejadas en el bienestar diario de
los latinoamericanos de todas las clases sociales en puntos fundamentales como:
infraestructura, salud, educación, alimentación, trabajo y seguridad.
Como dice el columnista de la Folha de São Paolo, Clovis Rossi:
“sabemos que en materia de desarrollo humano Brasil ocupa el vergonzoso puesto 84
y es más vergonzoso cuando somos la sexta economía del planeta.” Pese a las
diversas carencias para millones de brasileños, el optimismo financiero reina.
¿La fiesta de Brasil hasta cuándo va
a durar? Esa pregunta aún no tiene respuesta pero hay señales preocupantes como
alertaba en mayo pasado Moisés Naím en El
País: el real es la moneda más sobrevalorada a nivel mundial y los hogares
gastan 20% de sus ingresos pagando sus deudas cuyas tasas de interés son las
segundas más altas del mundo. La inflación superó el 6% y se sienten medidas
proteccionistas en el comercio que pueden llegar a elevar la tensión con sus
socios y amigos del Mercosur.
Para los chilenos, otro alumno
ejemplar de crecimiento, el futuro es preocupante. Desde septiembre un documento del
FMI señala que su sistema financiero es el más expuesto de toda la región si
las economías europeas más golpeadas (Grecia, España, Italia, Portugal, Irlanda)
se declaran en default. Con un 23% de popularidad, Sebastián Piñera tampoco
tiene mucho margen de maniobra en el manejo de la crisis de la educación que
sigue sin resolverse.
En Colombia, el editorial de El Tiempo habla de “Los motivos para
celebrar el 2011”: el ánimo positivo de los consumidores que se ve plasmado en
la venta de 325.000 vehículos. Pero olvida decir que no hay infraestructura
nacional ni local que pueda recibirlos para que circulen sin generar más caos.
El crecimiento del PIB fue del 5,5%,
pero no se ha visto ni la sombra de dicho aumento en las vidas de los miles de
damnificados del invierno del 2010 que siguen con el agua hasta las rodillas.
En los noticieros lo que si abunda
son los casos de corrupción con el robo del dinero que estaba destinado a los
más pobres y más hambrientos. En octubre 13 mil cajas de leche fueron encontradas
podridas cerca a la ciudad de Santa Marta. Eran parte del programa desayunos
infantiles del Instituto Colombiano de Bienestar Infantil.
Los venezolanos no se quedan atrás.
La pertinencia de la política chavista se ve reflejada en el tuit de Arturo Alvarez,
ciudadano común preocupado por su país, (@el5toelement): “Aumenta el queso,
desaparece la leche, no hay carne, no hay azúcar...para qué carajo se
expropiaron las fincas productivas?”
Y si el socialismo no resuelve
problemas de la canasta familiar tampoco ayuda a disminuir la violencia. Las
cifras del diario El Nacional son
aberrantes: 19.000 homicidios en el 2011 otorgándole el primer puesto de
inseguridad de América del Sur.
Dentro de las buenas noticias del
2011, está también la expansión de la minería y la industria petrolera que
insisten son la locomotora de las economías como Ecuador, Perú, Argentina y
Bolivia. Pero no se habla mucho del impacto que han tenido para el medio
ambiente y de la defensa que han emprendido las comunidades afectadas.
En Arequipa, en abril los
enfrentamientos con la policía dejaron 3 muertos, 53 heridos y el retiro de
Southern Perú Corporation de su nuevo proyecto de exploración en Tía María.
Y no podemos olvidar América Central
en el repaso del 2011. Panamá creció 10.5% pero sigue sin encontrar una
solución para la crisis agropecuaria y la llamada “seguridad alimentaria” para
los panameños. Lo que el ex ministro Emilio Kieswetter calificó como : el
hambre de importar por puro lucro.
En cuanto al narcotráfico, el tema
se les salió de las manos a los gobiernos centroamericanos. Sus fronteras se
han convertido en un corredor de droga y de inmigrantes que los carteles,
bandas criminales y corruptos militares se quieren apoderar a punta de bala.
México sigue creciendo pero debe
invertir en su guerra abierta contra los narcos. De los periodistas asesinados
por el momento no habría tiempo para ocuparse ya que la atención está volcada
en los partidos políticos infiltrados por los narcotraficantes y las acciones
sangrientas de los grupos paramilitares como los Matazetas.
Sí, este año América Latina evitó un
escenario económico catastrófico. Pero sus problemas siguen en lo que se
refiere a desarrollo humano, un índice que mide la posibilidad de un mejor
futuro para las siguientes generaciones de latinoamericanos.
Ojalá que los festejos del 2011 no
nos despierten con un horrible remezón cuando nos demos cuenta de lo que no se
hizo en América Latina con la bonanza del año que terminó.