28/11/2011
María Camila Morales
¿Qué más necesitan los colombianos
para volver a las calles a demostrar su repudio hacia las FARC?
Este fin de semana, las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia asesinaron a sangre fría a cuatro de sus secuestrados
quienes llevaban más de diez años en su poder: el sargento José Libio Martínez
(plagiado en 1997, el militar tenía el triste record mundial de casi 14 años en
cautiverio), el coronel Edgar Yesid Duarte, el teniente Elkin Hernández Rivas y
el intendente Alvaro Moreno.
Tres policías y un militar a quienes
la guerrilla consideraba su botín de guerra y su comodín de canje a la hora de
chantajear al gobierno. Según el Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, tres
de ellos recibieron un tiro de gracia en la cabeza y otro un disparo por la
espalda. El sargento Luis Alberto Erazo, logró escapar del fusilamiento y fue
encontrado por el Ejército escondido cerca al campamento guerrillero en la
selva del Caquetá.
La prensa nacional colombiana escribe:
“hay una enorme conmoción” y un “dolor que sacude al país” pero reflejado
¿dónde?.
Al parecer en las declaraciones de
los políticos que suelen darse golpes de pecho ante las cámaras de televisión
cuando suceden estas tragedias. Por su parte, el gobierno del presidente Juan
Manuel Santos intenta evitar la polémica acerca de si fue o no un rescate
fallido, porque todo indicaría que fueron acribillados en el momento que las
FARC sintieron cerca a comandos militares (Fuerzas Especiales) que
inspeccionaban la zona tras el rastro de un jefe guerrillero.
En cuanto a la sociedad civil, hasta
el momento solamente en las redes sociales se intenta organizar una marcha el martes
6 de diciembre en todo el país. Ojalá prospere y sea una acción de repudio que
paralice a Colombia y que demuestre que ningún ciudadano debe ni puede aguantar
más barbarie por parte de las FARC.
Un acto de protesta nacional, aunque
mucha gente siga pensando que salir a la calle no cambia nada en Colombia. Sin
embargo, aún si esas personas no creen en que las FARC dejarán de cometer
crímenes atroces, marchar reflejará la solidaridad con las familias de los
secuestrados asesinados y con aquellos que siguen privados de libertad. No
podemos seguir solamente acordándonos de su terrible situación en los aniversarios de su secuestro cuando
vuelven a los titulares de prensa o cuando la bala de un guerrillero acaba con
sus vidas.
¿Dónde está Francia, país que tanto
opinó acerca de la liberación de los secuestrados y que pretendía tener
contactos para presionar a las FARC en la liberación de “sus prisioneros de
guerra”? ¿No es hora de jugar sus cartas para acabar con esa infamia que se
llama secuestro?
¿Dónde están los comités de apoyo de
Ingrid Betancourt en el mundo que decían que no iban a bajar los brazos hasta
ver a todos los secuestrados colombianos libres? Y por supuesto, ¿dónde está la
voz de la misma Ingrid Betancourt para condenar y encabezar la crítica
internacional contra la crueldad de sus antiguos captores?
El nuevo líder de las FARC, alias
Timochenko, le escribía al presidente Santos una carta en la que, trasformado
en clarividente, anunciaba: “Todos tenemos que morirnos, Santos, todos”. Gran
observador del ciclo de vida pero lo que se le olvida es que matar y morir no
son sinónimos. El guerrillero reaccionaba ofendido al "asesinato de Alfonso Cano" quien fue dado de baja en medio de un operativo el pasado 4 de noviembre.
La vida de los colombianos y las
acciones de la comunidad internacional no pueden continuar como si nada hubiera
pasado el 26 de noviembre. La indiferencia no debe seguir siendo cómplice de
las FARC en Colombia y en el mundo. Salir el próximo 6 de diciembre a la calle
es una obligación moral de todos los colombianos: ¡no más FARC, no más
violencia!
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